jueves, 22 de diciembre de 2016

La biofísica del cuerpo, el alma, el espíritu y la mente



Los términos cuerpo, alma, espíritu y mente son muy antiguos y forman parte de diferentes niveles de organización de la materia en los seres vivos, especialmente los humanos. A partir de la ampliación del modelo estándar de partículas elementales y el establecimiento de sus propiedades corpusculares cuánticas [1] es posible identificar material y energéticamente a cada uno de ellos. Las partículas elementales ampliadas son el fotón cuántico, el gravitón y la partícula simple de Higgs. Éste es el primer nivel de organización de la materia y, a su vez, estas partículas se organizan entre sí en partículas complejas energéticas en un segundo nivel de organización material. Esta partículas complejas son el fotón complejo o tren fotónico corpuscular complejo (TFCC) y el electrón complejo autopropulsado libre (ECAL). Los ECAL se originan de la interacción de determinados TFCC, los metamórficos de alrededor de 1,02 MeV de energía, con partículas masivas del núcleo atómico por el fenómeno de la creación de pares. Este nivel de organización permite que el alma y el espíritu se energicen. Por su parte, dos TFCC de determinada energía, dos rayos gamma cuya suma sea igual o superior a 940 MeV de energía, que colisionan entre sí por su frente fotónico pueden formar un nucleón, neutrón, que más tarde se desintegrará en un protón, un electrón complejo autopropulsado unido al nucleón (ECAU) por un hilo cuántico de materia oscura y un antineutrino electrónico libre. En síntesis, de la desintegración de un nucleón se forma un átomo de hidrógeno que es el elemento más simple de las estructuras atómicas. Con la formación del átomo se genera el tercer nivel de organización de la materia: la atómica-molecular. Las moléculas se forman a través del enlace químico que es una interacción de unión gravitacional entre dos ECAU, es un enlace físico de contacto entre las zonas gravitatorias de los ECAU. Este nivel de organización de la materia forma el cuerpo. El siguiente nivel de organización de la materia es la vida que es el cuarto nivel. Aquí se deben controlar los niveles segundo, la energía, y tercero, la construcción de estructuras en el interior celular. Una vez controlados estos niveles se genera el nivel quinto de organización de la materia. La base de esta organización es la genética (ADN) que necesita de la energía para expresarse según sus necesidades y situaciones. El representante de este nivel es el alma que es lo innato que debe educarse para adquirir conciencia e inteligencia y de este modo permite, al desarrollarse estructuralmente por la genética, alcanzar el siguiente nivel de organización de la materia. En síntesis, la genética no es responsable de la vida sino de su organización estructural y funcional que debe ser educada. Por su parte el espíritu es un sistema de energía organizada que nos da la “energía de vida”. Los animales superiores presentan un sistema de energía toroidal corporal (SETC) en el cual circulan los ECAL a cierta velocidad. En los seres humanos ingresan por el periné, desde allí ascienden por el interior del cuerpo y salen por la coronilla para curvarse y reingresar por el periné. La circulación ascendente de los ECAL, desde el periné a la coronilla, generan líneas de fuerza centrales que al circular en la misma dirección crean líneas virtuales que se atraen entre sí formando un solo alambre conductor virtual. De este conductor virtual se genera un campo magnético intra-corporal (CMI-C) o campo magnético-chakra (CM-Ch). Los ECAL del CM-Ch ingresan a las células corporales y, de esta forma, generan el potencial de reposo y cuando se activan las células son responsables del potencial de acción que se observa principalmente en las células nerviosas y cardíacas. Finalmente, al salir de ellas toman los canales para abandonar el cuerpo por las zonas de acupuntura de baja resistencia eléctrica y de otras. Como podemos imaginar la mente es la consecuencia del movimiento de los ECAL a través del sistema nervioso encefálico. La mente es energía. Cuando morimos entonces perdemos el espíritu y la mente y sólo nos queda el alma y el cuerpo. Los dos primeros, viajan por el Universo y los dos últimos, quedan en la Tierra y deben ser alimentados para perdurar en el tiempo. Con estos componentes en que se divide un ser humano con vida nos queda claro cuál es el origen de la idea de la reencarnación, algo realmente improbable cuando se ha pasado un determinado límite. Quizás se refiera a la posibilidad de reorganizar el sistema de energía toroidal corporal y con ello recomponer el espíritu y la mente. El desfibrilador es un buen ejemplo de normalizar el espíritu afectado localmente después de aplicar una potente descarga eléctrica sobre el corazón.



[1] Urquiola, H. M. El experimento paraíso II: el fin de los misterios, 2016. <https://drive.google.com/file/d/0B9zbHnEpNLY3eG95ZVdmVjB0NHc/view?usp=sharing>.

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